Falta


Falta tu abrazo. 
Los que se encimaban a mi pequeño cuerpo cuando temblaba del miedo. 
Faltan tus manos. 
Aquellas que me arrugaban el rostro con inmensurable ternura. 
Falta tu olor. 
A especias tropicales, mezcla de hogar y mujer, madre y margaritas. 
Faltan tus ojos. 
Negros, profundos. Los que me enseñaban a mirar dentro de la oscuridad. 
Faltan tus pies. 
Cansados de tanto caminar, agrietados por la vida. Los que yo imitaba al andar. 
Faltan tus silencios. 
Aquellos que me refugiaban en tu regazo a, simplemente, escucharte respirar. 
Falta tu voz. 
Como me cantabas pequeñas rimas, coritos o murmullos que se parecían a la voz de los ángeles. 
Falta tu aliento. 
Aquel que me regalabas cuando más me faltaba el mío. 
Falta tu lucidez. 
La que al final decidió abandonarnos y dejarte a la intemperie, a merced del frio y el olvido. 

Recuerdo tu inercia, tu inmovilidad y me da miedo. 
Recuerdo verte tendida ahí, sin siquiera respirar. 
Recuerdo que me sentí el más desamparado de la tierra. 
Recuerdo que no pude lograr hacerte despertar. 

Falta tu vida. 
La que abandonaste aquí en la tierra y por la que yo hubiera dado la mía.